sábado, 27 de junio de 2015

Top 10. Primera parte.

¡Hola holaaaa!

Este post es cultural, aunque no abordo ni un libro ni una peli. Creo que os puede gustar más que las entradas habituales.
Os presento mi "top 10" personal de personajes psiquiátricos favoritos del cine.
Algunos puede parecer que estén cogidos con pinzas. Pero yo los siento como pacientes aquejados de un problema de salud mental.

Para darle emoción a la cosa, voy a repartir el top en dos entradas. Aquí pongo del 10 al 6. En la siguiente, del 5 al 1.

10) John Nash

Éste es el John Nash real. El que hay gente que no sabe ni que existió.
El único personaje real del "top 10" -fallecido hace muy poco tiempo-, interpretado magistralmente por Russell Crowe en "Una mente maravillosa" (película que tengo pensado postear en este blog). Me encanta, y creo que se refleja muy bien el padecimiento de estos pacientes desde su primer brote hasta la estabilidad. Un camino con más sombras que luces, y mucha incomprensión, por desgracia.
Sufres con John, te sorprendes con John, te emocionas con John incluso. Empatizas, te metes en su piel de una manera increíble. Te alegras de cada pequeño avance que da, y el hecho de que se dedique a una cosa tan complicada como son las matemáticas rompe los esquemas de algunos. Esa idea de "enfermo mental = inútil" me parece una chorrada, qué os voy a decir. "Una mente maravillosa" te ayuda a desterrar eso.
Y dejando a un lado esto, también es una buena forma de ver cómo eran los tratamientos antes, lo que se hacía, qué medicamentos se daban. Esta película está muy bien, la verdad.
Además de trabajar en la Universidad, el John Nash real se implicó mucho en la lucha contra el estigma, y fue una figura muy relevante en lo que respecta al aspecto social de la esquizofrenia. Fue, queriendo o sin querer, un espejo en el que poder mirarnos todos: pacientes, profesionales y ciudadanos en general.





9) El Joker



Antes de nada, matizar que el Joker del que yo hablo es el interpretado por Heath Ledger, el más "tocado" de todos, el más oscuro, el que tiene más personalidad. Para mi gusto, el mejor de todos.
Con este personaje da igual que seas sanitario o no. No puedes evitar pensar: "Dios mío, qué loco está". Sí, así tal cual. Sin eufemismos.
No soy una gran fan de las películas de Batman, pero sé que el Joker tiene una historia, una razón para que tenga la boca así. Desconozco el motivo exacto, aunque tampoco me importa mucho saberlo. Lo que me importa es cómo ha ido cambiando, lo que dice y hace, y cómo "se la lía" a Batman. No tiene empatía, ni moral, ni principios -¿de qué patología nos suena esto?-. Para él nadie vale nada. De hecho reconoce todo esto en la segunda entrega de la trilogía.
Además, el Joker da mucho juego por su cambios en el tono de voz, sus tics, su afectación... su actitud en general. Sonará un poco mal, pero yo me río bastante cuando sale en pantalla, a pesar de que lo suyo sería escandalizarse.
Mirad el vídeo, ¡qué felicidad y cómo le gusta su trabajo!





8) Montse



Un personaje patrio. En este caso, la protagonista de "Musarañas", atormentada por cosas del pasado y aquejada de varios problemas de salud mental. El más evidente, una fobia.
Al principio no me gustaba nada Montse, veía que era un recurso muy manido. Pero con el tiempo, cuando reflexionas sobre ella, sobre sus matices y su sufrimiento, acerca de lo que es y cómo ha llegado a ser así, te gusta este personaje. Aprendes a apreciar sus reacciones y llegas a comprender los motivos: "Si es que no le quedaba más remedio, por algún lado tenía que salir".
Lo "bueno" que tiene Montse, sin embargo, es el débil hilo que la une al mundo real: su hermana pequeña.
En fin, que parece un personaje muy "mainstream" así de primeras, pero luego... luego algo hay que hace que Montse te guste.





7) John Kramer/Jigsaw



Buah... qué decir de este hombre. No se despeina para nada, no tiene compasión pero sí un código moral propio que no duda en llevar al extremo, no se arrepiente nunca, sabe exactamente qué tecla tocar para dar donde más duele... Es un psicópata de libro. 
Pero lo más gracioso de todo es que si bien sufres con la gente que pasa sus pruebas, llegas a entender por qué los hace pasar por todo eso. Lo ves hasta lógico -o yo por lo menos lo percibo así-. Por supuesto, aclaro: ¡que yo lo vea lógico no quiere decir ni mucho menos que lo comparta!
A mí lo que más me sorprende y gusta de John es su inteligencia, su capacidad de previsión. Cómo lo tiene todo pensado, planeado y orquestado. Incluso cuando crees, allá por la tercera película, que la saga "Saw" ha perdido toda su gracia.
Puedo deciros que los finales de absolutamente todas sus películas me han dejado SIEMPRE con la boca abierta. Las he coronado todas con un "Jo-DER". Me parecen alucinantes. Así, con sinceridad.
Además, y puede que os riáis, pero la filosofía de John y sus víctimas ha cambiado mi modo de ver las cosas. Por parte del primero, eso de no saber cuándo te tocará marcharte hace que lo vivas todo de manera diferente. Por parte de las segundas, aprendes que en cualquier momento algo te puede trastocar, y ese algo en ocasiones funciona igual que un boomerang. Todo lo que haces, vuelve.






6) Bellatrix Lestrange


Quizás ésta sea la sorpresa del "top 10". Porque si bien la señora Lestrange no está diagnosticada -se ve que en San Mungo no hay sanadores psiquiátricos, aunque sí hay ala de Psiquiatría-, los que habéis leído/visto la saga de "Harry Potter" no podéis negar que algo tiene. Será por Azkaban y sus dementores, será basal, pero algo hay. Yo me atrevería a aventurar que, al margen de su obsesión por Voldemort, hay un trastorno de personalidad del cluster B... o una mezcla de todos.
Y para más inri, Bellatrix es de mis personajes favoritos de la saga por eso. Porque es mala, pero tiene su sentido que sea así.
Creo que en una consulta de Enfermería se podrían trabajar muchas cosas con ella. Por ejemplo la conciencia de enfermedad. Daría para todo un año de citas con Enfermería sólo abordar este punto.

P.D.1: A modo de nota curiosa, J.K Rowling se basó en lo que sintió durante un episodio depresivo para crear a los dementores. Esa tristeza inmotivada, esa anhedonia, esa apatía... todo eso que sientes cuando se acerca un dementor es lo que le ocurre a las personas con trastorno depresivo.
Podéis verlo en el siguiente link: http://www.themarysue.com/depression-psychology-lessons-from-harry-potter/
P.D.2: Esto es una friki-reflexión mía: a mi modo de ver, la maldición Imperius es un símil de trastorno de identidad disociativo (trastorno de personalidad múltiple). Dos de las características de este trastornos son la existencia de dos o más personalidades -en la maldición Imperius los afectados hacen cosas que en su sano juicio no harían-, y periodos de amnesia que coinciden con el predominio de la personalidad "no oficial" (cuando se pasa el efecto de la maldición, los afectados no recuerdan nada). Ahí lo dejo. El que diga que con "Harry Potter" no se aprende...



Acabamos así la primera parte de este ránking.
Si os animáis, podéis comentarme los vuestros, quizás coincidamos en alguno.
Pronto volveré con la segunda parte, que ya aviso, no será el próximo post.
¡Besos a todos!

jueves, 18 de junio de 2015

Estigma

Buenas tardes a todos.

Entrada breve, pero que para mí es un desahogo.

Hace unos días, por Twitter, se me ocurrió comentar que una de mis clases en la residencia había tratado del Trastorno Mental Grave (TMG), y de rebote habíamos hablado también del estigma en estos pacientes.
Yo me enciendo como la lumbre en cuanto se toca este tema. En esa ocasión no fue menos. Por supuesto, me encendí en contra de dicho estigma en las redes, y muchas twitteras me secundaron. Eso es algo que me hacer pensar que, si bien queda mucho por hacer, ya es un poquito menos que al principio.

Me encantaría aportar en el blog mi granito de arena en lo que respecta a esto, sólo para pedir lo que todos sabemos, que es respeto.
Respeto por estos pacientes, porque creedme, ellos no han elegido tener un problema de salud mental, ya sea esquizofrenia, depresión, un trastorno bipolar o un TOC.
Respeto por estos pacientes porque bastante tienen ellos ya con todo esto. Ellos y sus familiares. Mucha medicación, pocos estresores, muchísima adherencia y el miedo continuo a las recaídas.
Respeto porque han tenido que aprender a vivir con una enfermedad que a simple vista no se ve, pero que es devastadora, como tantas otras.

Y aquí llegan lo que sin duda más furiosa me pone: los medios de comunicación.
Si ya los pacientes se sienten mal al leer en una noticia aleatoria: "el autor del crimen estaba diagnosticado de X enfermedad mental", yo lo que siento es vergüenza ajena. De verdad. Me da vergüenza cómo se tratan algunas cosas. Esa falta de delicadeza, de tacto -seguro que si el hombre en cuestión fuera cardiópata, diabético, dislipémico o alérgico a los AINEs sería un dato irrelevante-, y lo más importante: de privacidad. Porque la gente de a pie no lo sabe, pero los sanitarios sí: algunos medios de comunicación se pasan la ley 41/2002 por el forro.
Imaginemos por un momento que el periodista o reportero que lo ha dicho tiene alguna enfermedad tabú. La que queráis, me da igual. ¿No os dan ganas de decirle: "Ah, ¿o sea que a ti te daría igual que aireásemos que tienes esta enfermedad en cuestión? ¿No te importaría que lo supiera todo el país?". A buen seguro a este señor sí que le importaría.

Cosas como ésa a mi entender no ayudan absolutamente NADA a aceptar los problemas de salud mental y verlos tal y como son. Y además, a muchos pacientes les da miedo la reacción de esa parte de su entorno que desconoce que está afectado de alguna patología psiquiátrica. Por eso se lo callan; no están a gusto consigo mismos y así se crea autoestigma.


Sólo era eso, aportar mi pequeña reflexión al respecto.

Para finalizar, quería comentar también que creo que sería muy interesante trabajar el tema del estigma también entre los profesionales sanitarios. Porque si bien no hay tanto, sí que existe un poquito. Por suerte, no demasiado, insisto.

Estos pacientes no son tan fieros como se nos quiere hacer creer. No llevan sueros ni vías ni sondas, y sólo los contenidos están encamados. Pero ingresan, toman el tratamiento sufren, lloran y tienen miedo igual que un paciente orgánico. Exactamente igual. Y además, si bien un paciente quirúrgico leve (por ejemplo, una apendicectomía), en cuanto se va de alta ya no vuelve a ingresar por eso -es un proceso cerrado-, estos pacientes sí. Tienen sus recaídas. Y de verdad que cada una suele ser peor que la anterior, porque les cuesta más recuperarse.

Ahí lo dejo.

Espero no haberos aburrido.
Saludos y hasta el próximo post, que será mucho más alegre y trivial que éste.

Nurse Lecter

miércoles, 10 de junio de 2015

Furia

Buenas noches a todos.
¿Qué tal los primeros días de los "r minúscula"? ¿Os gusta vuestra especialidad? ¡Espero que sí!

Por mi parte, yo vengo con el "post patológico" mensual.
Tengo que comentaros que este problema no es ni tan vistoso ni tan frecuente como los que he ido tratando aquí, pero también me parece interesante.
Hoy hablaremos del Trastorno Explosivo Intermitente o TEI.


1) ¿Qué es? (1)
El TEI, como explicación de andar por casa, consiste en ataques de furia/rabia/ira muy fuertes (a pie de calle: muy bestias) y periódicos.
Si nos metemos en la definición que da el DSM-V, encontramos que son: "arrebatos recurrentes que reflejan una falta de control de los impulsos de agresividad [...]. La magnitud de la agresividad [...] es bastante desproporcionada [...]. El individuo tiene una edad cronológica de seis años por lo menos (o un grado de desarrollo equivalente)".
Ésas son las características básicas.
Con lo cual y a grandes rasgos, el resumen general es que es una patología:
- Que pertenece al grupo de trastornos de control de impulsos.
- Que se caracteriza por una agresividad/irritabilidad impresionante
- Que puede empezar a aparecer en la infancia.

Sin embargo, hay una notita al final de los criterios diagnósticos del TEI en la que pone que el diagnóstico se puede establecer junto con los siguientes: TDAH -Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad-, trastorno negativista desafiante o TEA (Trastorno del Espectro Autista). Eso siempre que los arrebatos superen a los que normalmente se ven en estos tres trastornos y requieran una atención clínica aparte.
O sea y por poner un ejemplo: un niño puede ser negativista y, si los berrinches son más y peores que en dicho trastorno, también podría diagnosticarse de TEI. Con lo cual el niño en cuestión tendría dos diagnósticos.


2) ¿Cuál es su etiología? (2)
No está del todo claro. Pero lo que sí se ha visto es que hay alteraciones en el EEG que pueden llevar a pensar en cierta debilidad; aunque estas alteraciones no pueden considerarse lesiones per se. Además, tenemos problemas en (oh, sorpresa), los neurotransmisores; más concretamente, se cree que por la escasez de serotonina. Al final, la culpa de todo no es del chachachá, sino de los neuotransmisores. Pero, fuera de bromas, ya estáis viendo lo importantes que son para todo esto de la Salud Mental.
Recientemente se ha visto que se ha de tener en cuenta como etiología el exceso de actividad noradrenérgica; e incluso el eje hipotálamo-hipófisis-glándulas adrenales es importante. No menos reseñables son en esta patología hormonas como la testosterona o las endorfinas.
Es muy importante tener en cuenta también el entorno, como en casi todo. Si el entorno favorece las explosiones de rabia, más problemas habrá en ese aspecto. Y si no, más y mejor se evitarán dichas explosiones.


3) ¿Cuáles son la incidencia y la prevalencia del TEI?
No he encontrado datos concretos sobre la incidencia y la prevalencia del TEI, pero sí del grupo al que pertenece (trastornos del control de impulsos). En este caso, hablamos de una franja de prevalencia del 3 al 25%. Lo que sí he encotrado es la edad de comienzo del trastorno explosivo intermitente: hay estudios que apuntan a que surge entre los 13 y los 21 años de edad, aunque en el DSM-V se tome como edad de partida los seis años (3).
Del mismo modo, se puede afirmar que en hombres es más frecuente, y empieza al terminar la adolescencia. Eso sí, rara vez se da un episodio pasada la treintena. En el caso de las mujeres, mucho ojo en la fase premenstrual, que es cuando se acentúa.(2)


4) ¿Qué se puede ver en un episodio de TEI? (4)
Se empieza con pródromos, como por ejemplo ansiedad o furia contenida. Y a ellos le sigue lo que se suele ver en un ataque de ira: gritos, taquicardia, rubor, sudoración, agitación, la persona incluso llega a sentir que no se puede controlar a sí misma... Hasta puede darse el caso de agresiones graves o destrucción de bienes si se trata de un adulto.
Pueden ser ataques inmotivados o surgidos por una provocación. En cualquier caso, las personas que los sufren los viven como una situación que no es propia de su carácter ("yo no soy así"), y después se sienten mal.
Quizás os haya pasado a vosotros alguna vez eso de enfadaros y en todo lo alto de la pelea acabar diciendo o haciendo cosas de las que luego os arrepentís. Algo parecido les pasa a estos pacientes. La diferencia es que a vosotros quizás os haya pasado una vez o dos a lo largo de vuestra vida y con una intensidad moderada; pero a ellos les pasa siempre y llegan a límites insospechados.


5) ¿Hay tratamiento para el TEI? (2)
Se están teniendo en cuenta fármacos anticonvulsivos, como la fenitoína o la carbamazepina. De momento, los resultados con ellos son esperanzadores.
También se han llevado a cabo ensayos con oxcarbacepina y levetiracetam. Y se ha visto que mientras que con el primero se reduce la agresividad, con el segundo los pacientes se quedan "igual que estaban", como quien dice.
El problema viene con el valproato, que ha sido el fármaco más estudiado en este aspecto. Y si bien es muy útil en los trastornos de personalidad, en el TEI no puede decirse lo mismo.
Además puede usarse la terapia psicológica con la finalidad de que el paciente distinga los síntomas previos y se anticipe a la explosión de ira. Aquí la familia también juega un gran papel, ya que debe actuar como el soporte y apoyo del paciente. (5)


Damos por finalizado el "post patológico". Tengo que reconocer que este ha sido para mí el más complicado de hacer hasta ahora porque no he encontrado información, ni mucha investigación al respecto. O también puede ser que mi estrategia de búsqueda no haya sido la correcta, no lo sé. En cualquier caso, espero que os haya gustado.
Volvemos a leernos enseguida. ¡Hasta el próximo post!

Nurse Lecter


Bibliografía consultada:
(1)American Psychiatric Association (APA): "Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM)". 5ª edición. EEUU. APA, 2013.

(2): Roncero, C., Rodríguez-Urrutia, A., Grau-López, L., Casas, M.: "Trastornos del control de impulsos y tratamiento con antiepilépticos". Actas Esp Psiquiatr 2009;37(4):205-212. Disponible en:
http://www.actasespanolasdepsiquiatria.es/repositorio/10/58/ESP/14143+5.+1340+esp.pdf

(3)Frontera Roura EA. : "Salud mental y bioética: relación simbiótica". Acta Bioethica 2009, 15 139-147. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=55412240002.

(4): Painuly, L., Sharan, P., Mattoo, S.K.: "Relación de la ira y los ataques de ira con la depresión". RET, 2005; (45): 11-18. Consultado en: http://www.cat-barcelona.com/pdfret/ret_45-2.pdf

(5): Bustamante, G.: "Trastorno Explosivo Intermitente (TEI)". Rev. Act. Clin, 2013, 35: 1824-1827. Disponible en: http://www.revistasbolivianas.org.bo/pdf/raci/v35/v35_a08.pdf

miércoles, 3 de junio de 2015

Lectura del mes

¡Buenas tardes a todos!

Como siempre, vamos con el post cultural mensual. Después de varios meses -me suena que desde enero-, vuelvo a la carga en este apartado del blog con un libro.
Se titula "El curioso incidente del perro a medianoche", cuyo autor es Mark Haddon. Fue lanzado en el año 2003.

En esta obra nos acercamos a un chico de quince años llamado Christopher, que vive con su padre en una ciudad inglesa, Swindon. Una noche, el perro de su vecina aparece muerto. Es entonces cuando Christopher se anima a intentar resolver el misterio: ¿Quién ha matado al perro? ¿Y cuál ha sido el móvil?
Esto, que en principio puede parecer un simple y fácil divertimento para un muchacho de quince años, va a suponer para Christopher un gran reto. ¿Por qué? Porque el chico tiene un trastorno generalizado del desarrollo (TGD); más concretamente, síndrome de Asperger. Y si quiere resolver este misterio, va a tener que buscar testigos y, por tanto, relacionarse con la gente para ello.
Pero el hecho de investigar la muerte del perro hará que Christopher descubra otras cosas, más serias e importantes todavía, y que lo confundirán.

En lo que respecta a opinión personal, sólo puedo decir que es un libro que me encanta; me parece una delicia. Y precisamente por eso, se da en mí una reacción paradójica: me gusta tanto que dejo pasar mucho tiempo entre una lectura y otra, para disfrutarlo todas las veces como si fuera la primera.
Además, tiene el aliciente de que el síndrome de Asperger es una patología que me interesa un montón, me llama mucho la atención (de hecho, escribí un post sobre ella. Si no lo has leído y te apetece, puedes hacerlo pinchando aquí). Y más ahora, que al rotar por Infantil he tratado con estos niños y he hecho consultas y terapias con ellos.
Por último, al estar escrito en primera persona, no está redactado como una novela. No estás leyendo la historia de Christopher; estás leyéndolo directamente a él, sin filtros ni moderaciones: conoces lo que le gusta, lo que no, cómo se relaciona y cómo le enseñan a hacerlo... Eso te ayuda a entender muchísimas cosas.

La primera vez que lo leí fue al poco de salir a la venta el libro (o sea, con 13 ó 14 años). Y por entonces -la ignorancia es muy atrevida-, no tenía ni idea de qué le pasaba a Christopher.
La segunda vez fue en la carrera, pero sin haber estudiado aún absolutamente nada de los trastornos generalizados del desarrollo. Aun así, yo intuía que tenía que ser una cosa relativa a eso; "algo tipo autismo", les comenté a mis amigas. Y no iba muy desencaminada.
Me lo he vuelto a leer ahora, con mayor conocimiento de causa, y no os voy a mentir: me da mucha rabia. Me hierve la sangre de ver a lo que se enfrentan estos chicos cada día: a que los traten de pedantes, de inoportunos, de raros; de tontos incluso, por no pillar los chistes ni los dobles sentidos, por ser tan literales.
Pero también me emociona mucho, muchísimo, leer a Christopher. Una vez que te has leído "El curioso incidente del perro a medianoche" y conoces a alguien con síndrome de Asperger, puedes hacerte una mínima idea de lo que se les pasa por la cabeza, de por qué actúan así, de por qué hablan y dicen esas cosas, de lo lógicos que son, de por qué les gusta tenerlo todo previsto. Y sencillamente, todo te cuadra.


De verdad que releer este libro mientras rotas por un servicio con pacientes de este tipo es toda una experiencia.
Se lo recomiendo a todo el mundo, puesto que supone un acercamiento a esta patología, de una manera relativamente amable -si lo leéis, o ya lo habéis hecho, sabréis a qué me refiero cuando digo "relativamente"-.
Por otro lado, Mark Haddon también ha trabajado con personas que presentan este tipo de problemas. Sabe perfectamente de qué va la cosa.

Sin más dilación, me despido esperando que os haya resultado interesante este post. Ojalá os animéis a darle una oportunidad a "El curioso incidente del perro a medianoche".
¡Hasta muy prontito!

Nurse Lecter