miércoles, 28 de mayo de 2014

De recuerdos y ánimos

¡Hola a todos los que me leéis!
Como sabéis, esta semana los residentes comenzamos una nueva etapa tras haber firmado el contrato entre el martes y el miércoles pasado.

Es una sensación rara (para bien, claro está) ésa de estampar tu firma en un papel así. Parece mentira que gestos tan simples como ése, o como darle al botón "Intro" lleven detrás un año de trabajo intenso, de días buenos y malos, en los que, quisieras o no, tenías que dar el cien por cien.

Y este post es para recordaros a todos los que os examinaréis el año que viene que se puede. Que si le ponéis ganas, mucha ilusión y decisión, en doce meses estaréis como yo ahora -y a los que seáis mis "r minúscula" os diré: «¿Veis como sí es posible?»-.
Sí, sé que estoy muy pesada con el tema, pero es que es así. De verdad.

No creáis que yo tengo 20 matrículas de honor en la carrera y un expediente de 9'5 de media. Nada más lejos de la realidad, no soy un cerebrito. Soy una chica normal y corriente que durante los 4 años de carrera ha ido a sus fiestas con los compañeros y ha vivido alguna que otra juerga épica. Que ha sufrido con los exámenes finales y con los interminables trabajos en ordenador. Que se ha chupado más turnos de noche que días tiene el año... y que nunca ha querido trabajar en otra cosa que no fuera Enfermería.
Y con el EIR exactamente lo mismo. He salido a cenar y a tomar el aire un poco casi todos los sábados, porque desconectar es muy necesario (patrón "sueño-descanso" de nuestra querida M. Gordon). Eso sí, de 21 a 1 de la mañana. A las ocho dejaba de estudiar para ducharme y arreglarme, y a la una y cuarto ya estaba en la cama. Y del domingo al sábado siguiente a estudiar. Sólo salía de mi casa para ir a la academia.
A mí a veces se me hacía muy cuesta arriba -como a todos-, porque yo soy de memorizar más que de entender; perdía mucho tiempo mientras que otras compañeras lo pillaban enseguida. Eso era una cosa que me frustraba muchísimo.
Y al final aquí estoy, con un contrato de trabajo en régimen de residencia, contándoos que es posible, que si queréis podéis... y que a veces será difícil y tendréis ganas de mandarlo todo a freír morcillas, pero es totalmente normal. De hecho es hasta bueno que a veces peguéis dos gritos y tiréis los apuntes por los aires. A los 5 minutos estaréis relajadísimos. Lo sé por experiencia propia, ¡jajaja! Con las mismas recogéis los papeles (procurad tirar pocos y que no sean muy importantes) y seguís, pero en la gloria bendita y con el excedente de adrenalina eliminado.

Y si el problema es en parte la motivación, recordad por qué estudiáis. Cada uno tendrá sus razones:
-Porque ser enfermero especialista es una de mis aspiraciones.
-Para poder cuidar con mejor calidad.
-Porque ser especialista en Enfermería *insertad especialidad* es mi gran sueño.
-Porque la especialidad puede ayudarme mucho en mi futuro profesional.
-Porque quiero mejorar mi situación actual.
-Porque de todas las opciones que sopeso es la mejor en vista de cómo está la cosa ahora.
-...

Hay tantos motivos como opositores, y todos son igual de válidos. Cuando os desmotivéis, pensad por qué os estáis esforzando tanto. Y haced el ejercicio de veros en el Ministerio el día de la elección de plazas. Ayuda, y mucho. Da un chute de ánimo que dura 3 días, ¡jajaja!

Creedme, si os lo proponéis de verdad lograréis cualquier cosa. Sois capaces de ser unos muy buenos enfermeros, ¿por qué no ibais a ser capaces de ser unos muy buenos enfermeros especialistas?

Espero haber levantado un poco los ánimos de los que leáis este post.
¡Intentaré actualizar pronto!

Nurse Lecter


P.D.: Hay una cosa que quiero aclarar del botón "Intro", no vaya a ser que os desilusionéis. Al elegir plaza no se le da al "Intro" grande, sino al pequeño. Sí, el que hay en el lado derecho junto con los números... ¡no sabéis la decepción tan inmensa que me llevé! Ya que elegir plaza es algo grande, qué menos que un "Intro" a medida, ¿no? ¡No digáis que no os he avisado!

domingo, 18 de mayo de 2014

Película del mes

¡Hola!
Como sabéis, aparte de mis experiencias como residente también quiero acercar al gran público (tanto sanitarios como gente que no conoce mucho el mundillo), patologías curiosas... y opciones relacionadas con el campo de la psiquiatría y la salud mental para disfrutar en vuestro tiempo libre.

El mes pasado fue un cuento; éste, una película. Muchos la conoceréis de oídas aunque no la hayáis visto. Se trata de "Vértigo: de entre los muertos", conocida simplemente como "Vértigo".
A continuación os dejo la ficha técnica:


Título: "Vértigo: de entre los muertos"
Título original: "Vertigo"
Dirección: Alfred Hitchcock
País: Estados Unidos
Año: 1958
Duración: 128 min.
Género: Drama, romance, thriller, intriga
RepartoJames StewartKim NovakBarbara Bel GeddesTom HelmoreHenry JonesRaymond BaileyEllen CorbyKonstantin ShayneLee Patrick
Guión: Alec Coppel, Samuel A. Taylor.
Productora: Paramount Pictures, Alfred J. Hitchcock Productions
Presupuesto: 2.479.000'00 $





En cuanto al argumento, la película aborda la historia de Scottie Ferguson. Scottie es un detective que sufre vértigo (o acrofobia) tras una vivencia traumática. Debido a esto decide retirarse. No obstante, un viejo amigo lo contrata para que siga a su esposa, Madeleine, la cual tiene un pensamiento predominante: cree que una antepasada suya la ha poseído con la intención de matarla. Scottie termina enamorándose de Madeleine, aunque los acontecimientos posteriores complicarán mucho las cosas y el detective se acabará obsesionando...

También dejo un tráiler. Siento no haberlo encontrado traducido, o por lo menos subtitulado al castellano. Si lo localizo con cualquiera de estas dos opciones lo añadiré.



A primera vista no parece que "Vértigo" tenga mucho que ver con Salud Mental; se diría que he cogido con pinzas la relación entre ambas. Pero no es así: tanto Madeleine como Scottie tienen problemas de los que este campo se encarga, más allá de la acrofobia. El caso es que si los pongo en el argumento al final os acabo contando la película, o mucho peor: se la puedo "reventar" a cualquiera que esté leyendo este post, quiera verla y aún no lo haya hecho. Por ello, perdonadme si no soy más concisa.

En lo que respecta a mi opinión personal, os voy a ser sincera. La primera vez que la vi tenía trece años y no la entendí muy bien (eso sí, la escena final me marcó muchísimo. Y cuando digo "muchísimo", es "MUCHÍSIMO"). Preferí esperar a ser más mayor para verla de nuevo, y además me lo recomendaron mis padres: "Si quieres enterarte mejor, espera unos años más". Ahora bien, cuando se tiene la edad suficiente para poderla comprender, uno se da cuenta de que es una muy buena película de Hitchcock. James Stewart interpreta a la perfección a Scottie, y Kim Novak consigue darle a Madeleine ese aire frágil que tan bien le viene al personaje.
La película en sí es muy interesante de principio a fin -o por lo menos a mí me lo parece-, pero me gustaría resaltaros que a partir de más o menos la mitad la cosa se pone aún más emocionante. Ya no se puede desviar la atención aunque se quiera, ¡jajajajaja!

"Vértigo: de entre los muertos" es una de esas películas que ha envejecido divinamente, creo yo. Por otra parte, en 1996 se lanzó una versión restaurada (en España además sufrió la censura franquista, según me han comentado). Entre dicha restauración, y que a mí ya de por sí me gustan el cine de Hitchcock y los clásicos... la recomiendo totalmente. Es perfecta para una tarde de domingo, o un viernes por la noche.

Finalizo el post diciéndoos que como siempre, sois libres de comentar esta entrada en todos los aspectos: qué os parece la película, si ya la habéis visto, algo más que queráis comentar... e incluso si os apetece, podéis recomendarme otras películas relacionadas con la salud mental. ¡Estaré encantada de reseñarlas en el blog!

Espero que os haya gustado el "post cultural" del mes.
¡Hasta otra!

Nurse Lecter

jueves, 8 de mayo de 2014

Nunca seas así

¡Hooooola de nuevo!
Esta vez tiro de mis recuerdos como estudiante de Enfermería, no de mis expectativas como pre-R1 (o "r minúscula", como me gusta decir, ¡jajaja!).

Estos días me he acordado de que en mi etapa de prácticas tuve el privilegio de ver lo que supone ser residente, tanto EIR como MIR. Trabajé junto a ell@s un tiempo, y como comprenderéis, vi de casi todo. Así me pude hacer una ligerísima idea de lo que es toda esta aventura, de lo que sienten, de la gradual libertad de movimientos que les daban, de la teoría que les enseñan en las clases...

La gran mayoría de estos residentes me gustaron, me cayeron muy bien.
Hacían estupendamente su trabajo, los enfermeros responsables confiaban en ellos, y sobre todo, nos echaban una mano a los últimos que habíamos llegado. Incluso, si tenían un poco de tiempo, no dudaban en explicarnos lo que no entendiésemos del servicio o de su especialidad... y lo más importante: soportaban pacientemente nuestro bombardeo de preguntas con respecto al examen EIR y nos las contestaban una por una sin perder la sonrisa, por muy cansados que estuvieran. No puedo obviar tampoco la etapa que todas las estudiantes de Enfermería pasamos y cuya frase emblema es: "¿Me explicas cómo fueron tus primeras experiencias al empezar la residencia? ¿Recuerdas a tu primer paciente/caso?". También aquí los residentes se portaron de diez con nosotras. TODOS, MIR inclusive. De hecho, éstos últimos también nos explicaban lo que no entendiésemos; y como los EIR, nos ofrecían su ayuda "para lo que necesitéis, porque sabemos la ilusión que se tiene y el valor que se necesita para esto".
No importaba que fuera al empezar su tarde de guardia o a las 4 de la madrugada, cuando todo estaba relativamente tranquilo. He compartido muchos turnos de noche con los residentes y la verdad, tengo un muy buen recuerdo de esa época.


Pero este post no se centra en esa mayoría. Voy a hablar de los residentes -por suerte, muy pocos-, que creen que haber obtenido la plaza que querían y donde querían los hace ascender automáticamente al estatus de dios.
También he conocido a dos o tres, y la verdad, es una cosa que no comprenderé jamás. Siempre que les preguntábamos algo nos miraban por encima del hombro, o al contestarnos parecía que nos estaban haciendo un favor impagable... ¡como si ellos no hubieran sido estudiantes rasos, o como si no se hubieran matado a estudiar para aprobar el examen! Sólo les faltaba un cartel en la frente: "Miradme, soy R1 de _________ *insertad especialidad* y por eso soy superior a todos vosotros". 
Porque, cosa curiosa, raras veces pasaba con los "R mayúscula".

No entiendo qué les hace creerse mejores que el resto. Resultaba incómodo hasta para sus propios co-R. Era un poco desagradable, no voy a mentir. Llegaba un momento en que mis compañeras y yo los esquivábamos.
Juntas hemos hablado de esto muchas veces, y no llegamos a ninguna conclusión o explicación coherente. En lo que sí coincidíamos es en que con esa actitud no se llega a nada, y que no importa si hay cosas que no sabes. La residencia está para eso, ¿no? Para aprenderlas. No es nada malo no saber ciertas cosas, las conocerás con el tiempo, porque para eso vas a estar dos años (cuatro o cinco si eres MIR) en régimen de residencia.
Y ya no me refiero sólo al aspecto profesional, sino también al personal. Estaban siempre fardando de su número de orden, de que a pesar de todo ellos sabían que lo conseguirían, de tooooooooodo lo que habían visto en ese tiempo como residentes... Era como: "miradme, soy residente y vosotros no". Ya lo sabemos, si no lo fueras no estarías aquí y no lo pondría en tu identificación.


En cuanto a mi experiencia actual, el haber hecho este examen y lograr la plaza ha obrado el efecto contrario. No me siento superior a nadie, sino justo al revés. Ha supuesto una cura de humildad para mí, porque he visto el grandísimo esfuerzo que conlleva esto, el sacrificio que tiene que hacerse y eso me corrobora que no hay que ser un Einstein, un superhéroe o un dios del Olimpo. Sólo hace falta tener motivación, ilusión y estar decidido a hacerlo
Nada más.
Ni superpoderes, ni una memoria espectacular.

Así que no hay motivos para tenérselo creído, porque esas tres cualidades están al alcance de cualquiera, y no sólo de unos pocos. Aun así, les he dicho a mis amigas que si ven que me vuelvo una creída, tienen permiso para darme un guantazo (bien dado; si no, no lo quiero, ¡jajajaja!), que me haga volver a poner los pies en la tierra. Conociéndolas, sé que en cuanto noten el menor síntoma, lo harán sin vacilación, y yo se lo agradeceré.
No me gustaría convertirme en algo que detesto profundamente.

Para terminar, este parrafito va dirigido a cualquiera que me esté leyendo:
Hayas aprobado el EIR/MIR/PIR/_IR este año o vayas a examinarte en 2015, nunca seas así. Nunca te vuelvas un engreído por haberlo aprobado. Sólo conduce a que la gente se aleje de ti.

Sin más dilación y tras haberos dado la barrila un rato largo, me despido.
¡Hasta más ver!

Nurse Lecter