Tras muchos meses —más de los que debería—, con el blog en standby, vuelvo a la carga. Y lo hago con un post donde pretendo desmentir mitos relativos a la farmacología; más concretamente, al uso de antidepresivos.
Justo ayer, una chica hizo un hilo en Twitter donde contaba su experiencia con la asistencia telefónica en Atención Primaria. Según ella misma cuenta, por un problema de salud mental. Hasta aquí, todo bien.
El problema llega cuando asevera que el antidepresivo que le pautó por teléfono el médico crea drogodependencia. Palabras textuales.
Esto estaría muy bien avisarlo si fuera cierto. Pero es que no lo es. Por eso escribo la entrada del blog.
Para empezar, quiero explicar qué son los antidepresivos y para qué sirven. Según dice la propia SEP (Sociedad Española de Psiquiatría), son los fármacos destinados a tratar no solo la depresión, sino también otras patologías como el TOC, la ansiedad severa, los trastornos de la conducta alimentaria... (1).
Hay diferentes tipos o "familias" de antidepresivos: los tricíclicos; los inhibidores de la monoaminooxidasa —también llamados inhibidores de la MAO o IMAO—; los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y noradrenalina —IRSNs—; antagonistas e inhibidores de la recaptación de serotonina (o AIRSs)...
Por otra parte, y según se desprende de la Encuesta Nacional de Salud en España (ENSE) más reciente, hecha en 2017, casi el 10% de la población padece depresión de forma declarada y diagnosticada (2). Os dejo aquí la tabla, que también aparece en el documento:
De igual forma, no podemos negar la eficacia de los antidepresivos. Pero esto ya no está respaldado únicamente por la evidencia científica, sino también por la pura lógica: si no funcionasen bien, no existirían personas que dijeran que la medicación —junto con otros aspectos, por supuesto, como psicoterapia o una vida saludable y tranquila— les ha ayudado a estar mejor. De hecho, ni se comercializarían: ¿para qué sacar a la venta algo que no sirve? No tiene sentido.
Un informe de 2020 (donde se analizan datos de 2017) en España estima que, en nuestro país, una cantidad nada desdeñable de población ha tomado antidepresivos en el marco clínico de Atención Primaria (3). Repito: es de 2017. Me juego un brazo y no lo pierdo a que, debido a la pandemia, estos datos serán actualmente muy superiores. De nuevo os dejo una tabla, sacada del mismo documento:
Y una vez establecido todo esto, vamos al tema de que "los antidepresivos crean drogodependencia". Spoiler: No.
Lo que sí creo es que hay un cacao importante con la terminología y la retirada de este tipo de fármacos. Voy a intentar explicarlo lo mejor que pueda.
Lo primero es la terminología. Hemos de conocer, por tanto, el concepto de drogodependencia. Este se asimila al de adicción. ¿Y qué es la adicción? Pues según la ASAM (American Society of Addiction Medicine) es una enfermedad primaria, crónica y que afecta al circuito de recompensa cerebral, la motivación, la memoria y los circuitos relacionados (4).
La adicción está, a su vez, íntimamente relacionada con los conceptos de tolerancia—que es el hecho de necesitar cada vez más dosis de la sustancia para lograr el mismo efecto que te hacía al empezar a consumir—; y de dependencia, entendida esta última como necesidad de consumir para evitar el malestar que provoca el no hacerlo. Hay, a su vez, dos tipos de dependencia: 1) La fisiológica, manifestada a través del síndrome de abstinencia (que son todos los síntomas físicos que tiene la persona cuando no consume); llamado coloquialmente "mono". 2) La conductual, relacionada con el entorno, y que está en la línea de las actividades destinadas o relacionadas con consumir.
Y una vez clarificados los términos, el quid de la cuestión con los antidepresivos radica en que no crean dependencia porque (1):
a) No presentan tolerancia: No se necesitan cada vez más dosis para lograr una mejoría anímica. b) No tienen efectos inmediatos: tardan 2 o 3 semanas en empezar a hacer efecto. En cambio, cuando consumes cualquier droga (cocaína, heroína, alcohol o tabaco), notas sus efectos al poco tiempo. c) No causan síndrome de abstinencia: si se te olvida o no puedes tomarte un día el antidepresivo no vas a ponerte fatal ni a sentirte mal, ni vas a ir corriendo a la caja del fármaco para tomártelo "porque te lo pide el cuerpo" mediante una serie de signos y síntomas. Ahora, cambiad "antidepresivo" por "cigarrillo" y contadme qué pasaría.
De igual manera, creo que es importante explicar que la diferencia entre sustancia psicoactiva y psicofármaco (como es el caso), la encontramos en el hecho de que el segundo está ampliamente estudiado, sobre todo de cara a su uso principal —el sanitario—, y se decide su utilización cuando hay una enfermedad, siempre con la menor dosis posible. La sustancia psicoactiva, en cambio, se usa con o sin enfermedad, y en contextos diferentes, como el lúdico (4).
Ahora vamos al otro punto polémico: la abstinencia a los antidepresivos. Hay muchas personas que piensan que si se quitan estos fármacos la persona se va a encontrar muy mal. Y esto es cierto, aunque con un pero: es verdad que puedes encontrarte muy mal... pero esto sucede cuando los antidepresivos se quitan de golpe. Eso no debe hacerse nunca, nunca, nunca. Al revés: tiene que ser poco a poco y comprobando cómo va esta retirada paulatina del fármaco. ¿Por qué?
Porque si los retiramos de golpe, se corre el riesgo de provocar lo que se ha venido en llamar síndrome de discontinuación o síndrome de retirada; es lo mismo, se llame de una forma o de otra. De nuevo cabe preguntarse por qué pasa esto. Algunas de las posibles causas son —dependiendo del antidepresivo que se tome— rebotes de los neurotransmisores, disminución de la serotonina, síntomas secundarios mediados por otros neurotransmisores... (5).
Los síntomas de este síndrome de discontinuación (conocidos con las siglas FINISH), son los siguientes (6):
Suele pasar cuando los antidepresivos se quitan de golpe. Pero también en algunos casos con la retirada paulatina si el paciente muy sensible a los cambios de dosis, o cuando se cambia de antidepresivo.
Otro ejemplo muy claro de lo mal que puede encontrarse una persona cuando deja de tomar un fármaco de golpe lo encontramos en los corticoides. Sí, en ese Urbason o en ese Dacortín. También han de quitarse poco a poco por lo mismo: porque puedes tener problemas con la producción adrenal de estas sustancias si los dejas tal cual. Y no he visto que se haya montado tanto revuelo en Twitter con ellos.
No quiero alargar mucho más la entrada. Lo que sí quiero que quede claro, a modo de resumen, es que:
1.- Los antidepresivos están más que estudiados.
2.- Son seguros.
3.- A la vista está que funcionan.
4.- Los síntomas físicos que presentan no conforman un síndrome de abstinencia, porque NO CREAN DEPENDENCIA. Se deben a su retirada radical y brusca; por eso se quitan progresivamente.
Espero haber ayudado a clarificar el problema y desmontar el mito que les rodea. No descarto, incluso, ampliar información si encuentro algún artículo relevante
Como siempre, gracias si habéis llegado hasta aquí y ¡nos leemos pronto!
(3)Ministerio de Sanidad, Subdirección General de Información Sanitaria. Salud mental en datos: prevalencia de los problemas de salud y consumo de psicofármacos y
fármacos relacionados a partir de registros clínicos de Atención Primaria (2020; p.12). Disponible en:
(4) Waisman M., Benabarre A. Adicciones. Uso de sustancias psicoactivas y presentaciones clínicas de la enfermedad adictiva. Capítulo 1: aspectos generales. (2017). Panamericana.
(5) Baeza S., Quijada J., Santander J. Síndrome de discontinuación de antidepresivos. Rev. chil. neuro-psiquiatr. [Internet]. (2002); 40(1): 56-66. Disponible en:
¿Cómo estáis? Los nuevos R1 empezáis este mes la aventura, ¿verdad? No os preocupéis que seguro que irá bien. Tened confianza en vosotros mismos, recordad que estáis para aprender, y sobre todo a los resis cuyo EIR supone también su primer trabajo: estáis tutorizados y supervisados. Tranquilidad, que además los adjuntos y resis mayores suelen echaros un cable extra ;)
Por mi parte, os traigo la reseña y argumento de uno de los estrenos de Netflix: la película "Estoy pensando en dejarlo", basada en la novela homónima de Iain Reid; no la he leído pero lo más seguro es que lo haga en cuanto pueda.
También os dejo la ficha técnica y el tráiler, que sabéis que me encanta.
Título: "Estoy pensando en dejarlo"
Título original: "I'm thinking of ending this"
Dirección: Charlie Kaufman.
País: Estados Unidos.
Año: 2020
Duración: 134 minutos
Género: Drama, psicológico.
Reparto: Jesse Plemons, Jessie Buckley, Toni Collette, David Thewlis, Guy Boyd
Música: Jay Wadley
Productora: Likely Story
El argumento a priori parece muy fácil de exponer: chica conoce a chico y cuando llevan pocas semanas juntos él la invita a cenar a la granja -en mitad de la nada- en la que vivía de niño, para que conozca a sus padres. La chica acepta, pero no las tiene todas consigo... porque está pensando en dejarlo. Para más inri, el tiempo no acompaña ya que hay una fuerte nevada.
A simple vista se presiente que algo no irá bien. Es algo que el subconsciente detecta como raro: vivienda aislada, mal tiempo... suena a encerrona.
Y efectivamente, algo no va bien... pero no de la forma en la que uno se imagina. No es una peli de terror, o yo no la calificaría como tal.
A partir de aquí el post es un campo de spoilers, así que si lees de aquí en adelante es bajo tu propia responsabilidad.
No me equivoco si digo que "Estoy pensando en dejarlo" es una de las películas más delirantes que he visto en mi vida. Delirante en el sentido literal de la palabra. Y confieso que muchas veces no entendía nada.
Al poco de empezarla no tuve ninguna duda de que la chica (que no tiene nombre, o al menos no uno concreto), tenía algún tipo de problema de salud mental. Por su forma de hablar, su "desconexión"... de hecho llegué incluso a pensar que sufría un trastorno del pensamiento conocido como lectura del pensamiento(1). Y cuando se acaba el largo viaje y llegan a casa de los padres de él, ya tuve clarísimo que tenía un trastorno mental grave: a mi modo de ver, la más probable era esquizofrenia paranoide. Se objetivan claramente alucinaciones visuales -como por ejemplo un perro que aparece de la nada cuando la muchacha lo menciona y se queda "pillado" sacudiéndose-, cambios en su ropa y peinado, historias delirantes que le cuenta su chico sobre unos animales que tenían en la granja y que ella interpreta de una manera extraña...
Pero lo mejor está por llegar. Lo mejor son los padres de Jake, el novio: una ENORME Toni Collette a la que los papeles de madre con un halo de oscuridad y problemas familiares le vienen como anillo al dedo, y un aceptable y al mismo tiempo inquietante David Thewlis. En ellos también hay detalles que te hacen darte cuenta de que algo falla. Por ejemplo, el peinado de Toni cambia de una escena a otra, así como el lugar de la frente donde David lleva una tirita.
También cambia el aspecto físico de todos... salvo el de una persona. Pero en esto entraré más tarde.
Una vez acabada la cena, Jake y su chica vuelven a casa. Y es aquí donde sigo reafirmándome en que la muchacha no está bien, ya que le dice a Jake: "quiero irme a casa". Él responde: "¿A la granja?", y ella contesta muy irritada que no; que quiere ir a SU casa.
Pasan más cosas (¿cómo es posible que haya abierta una heladería en mitad de la noche, sin viviendas habitadas en kilómetros a la redonda y en plena ventisca/nevada? ¿Cómo es que hay un instituto cerca y encima se puede entrar, está abierto e iluminado y con un conserje trabajando?), pero no llegué a entenderlas, o no del todo.
En cualquier caso asumí desde el principio que el problema lo tenía ella. Parecía que todo giraba a su alrededor. Estaba claro.
Pero cuando terminó la película necesitaba ayuda para clarificar algunas cosas. Decidí buscar por Internet algo: críticas, artículos, vídeos, análisis, lo que fuera. Y me encontré con uno que hizo que mi visión de las cosas saltara por los aires.
He comentado antes que cambia el aspecto físico de todo el mundo salvo el de una persona. El único que gran parte de la película permanece impasible en ese sentido es Jake.
De pronto todo cuadró: el que tenía un problema psiquiátrico era él, no la chica. De hecho él es también el único que tiene nombre propio. Por eso la muchacha parecía tener lectura del pensamiento y nunca se la llama por su nombre correcto. Por eso los mensajes de voz que recibe ella en su móvil son una voz masculina que se pregunta si está loco. Por eso el cuarto de Jake tiene películas como por ejemplo "Una mente maravillosa". Es entonces cuando te das cuenta de que ella es (o parece ser), una alucinación, al igual que todo lo vivido en la cena... hasta sus padres. A mí personalmente ni siquiera me quedó muy claro si son personas vivas que rondan la cincuentena, son ancianos actualmente o incluso si la madre ha llegado a fallecer.
Y lo que riza el rizo es que la propia alucinación está pensando en dejar a Jake; precisamente es esto lo que nos hace sospechar de la condición mental de la muchacha, y no se nos pasa por la cabeza tener en cuenta al muchacho.
Por ese mismo motivo él habla y la distrae cuando oímos su pensamiento. Porque el propio Jake se imagina el pensamiento de la muchacha e intenta disuadirla; es su alucinación, en teoría puede manejarla como quiera.
Otro punto aparte es el conserje. Pero dejo a vuestro juicio que valoréis qué papel juega: ¿es una alucinación? ¿Es una persona real? Y si este último supuesto fuera el correcto, ¿quién es?
Hasta aquí los spoilers. Tranquilos, ¡que está acabando la entrada ya!
También he leído críticas que relatan que "Estoy pensando en dejarlo" recuerda al cine de David Lynch. Personalmente esto no lo puedo afirmar ni negar, porque no he podido ver más de 25 minutos de "Carretera perdida" (me aburrí soberanamente); es por tanto el único contacto que he tenido con este director.
Lo único que puedo decir de esta peli de Netflix en concreto es que se necesita tener la mente despejada para verla y entenderla, y aun así no os aseguro que quede todo claro. Si os gusta el tema de la salud mental es más que probable que os guste; en ese caso os animo a verla, pero con la advertencia de que se acaba embrollando un poco a partir de la mitad.
Tengo que añadir también que es un film con mucha carga filosófica, unos pocos monólogos largos y relativos a esto, y que puede hacerse pesada en ocasiones. Admito que en esas disertaciones desconectaba; pero en general no creo que el estar atento o no suponga perderte algo indispensable para comprender la peli.
Si has llegado hasta aquí, ¡muchas gracias por leer! ¡Espero postear de nuevo pronto!
Nurse Lecter
Bibliografía consultada:
1) J. Pifarré. Capítulo 45: Trastornos del pensamiento
y del lenguaje. Elsevier, 2011. Pág. 703.
Llevaba tiempo queriendo escribir esta entrada porque este problema se ha convertido en algo muy prevalente y además me parece muy interesante.
Voy a hablaros del autismo o Trastorno del Espectro Autista -de ahora en adelante TEA-. Seguiré el esquema que suelo utilizar en estos casos.
Fue descrito casi a la vez (1943) en dos lugares diferentes. Uno de estos sitios fue EEUU, donde Leo Kanner documentó varios casos; el otro lugar fue Austria, encargándose de ello Hans Aspergar (seguro que os suena el apellido, ¿a que sí?). Desde ese instante hasta hoy se ha intentado profundizar en este síndrome a fin de prevenirlo.
1) ¿Qué es?
El autismo NO es una enfermedad sino un síndrome, pues engloba un conjunto de signos concurrentes unos con otros y que acaban dando lugar a una situación específica.
Para ser más concretos se trata de un trastorno generalizado del desarrollo, que por desgracia no presenta marcadores biológicos (no puedes por ejemplo solicitar una analítica de sangre para saber si el niño es autista o no). De igual forma se le considera trastorno porque sus manifestaciones aparecen de manera distinta en cada persona; y también en cada persona tienen una gravedad diferente. Debido a esto hay gran variedad en sus manifestaciones y repercusión, y por ello también se le llama "espectro": porque oscila en un amplio rango de sintomatología.
El TEA interfiere en tres áreas principalmente:
I.- Interacción social.
II.- Comunicación.
III.- Comportamiento.
Son estas tres áreas afectas en las que se agrupan los síntomas. Por tanto y teniendo en cuenta que estamos hablando de un espectro, no todos los autistas tienen afectada de igual manera una cosa, la otra o las tres.
Vamos a explicarlas una por una según la CIE-10 (1); luego me detendré en los otros criterios diagnósticos:
1.-Deterioro de la interacción social. No utilizan como cabría esperar la mirada, la postura, los gestos, tienen falta de interés en los otros o en otras cosas -por ejemplo, no señalan algo que les llame la atención, no mantienen contacto visual, no se abrazan a sus padres-. De igual forma no regulan su comportamiento en ciertas situaciones.
2.- Comunicación. A las personas con TEA les cuesta mucho también este punto. El lenguaje verbal puede aparecer más tarde de lo esperado o no aparecer, si bien esto no quiere decir que no se comuniquen. Lo hacen de otra manera (balbuceos, gestos concretos...). Asimismo el lenguaje es muy estereotipado, poco flexible y pueden tener una entonación muy "rígida", muy forzada. También pueden repetir una palabra o expresión hasta la saciedad.
3.- Comportamiento. Quizá éste sea uno de los rasgos más conocidos del TEA junto a los problemas de interacción social. Las personas con autismo son muy repetitivas: pueden tirarse horas enteras haciendo el mismo movimiento una y otra vez. Tienen estereotipias y también rituales que vistos desde fuera quizás no tienen sentido. De igual manera puede obsesionarse con algo que a priori no tiene ninguna utilidad (es decir, no son juguetes, ropa o algo que pueda gustarle o interesarle a un niño o adulto).
Añado además que el DSM-V tiene estos tres criterios también, pero aquí van juntos la comunicación y la interacción; el comportamiento está separado. Según este manual también aparecen otros síntomas, pero no se consideran nucleares (2). Pueden destacar:
- Respuesta a estímulos alterada: ruidos que no son demasiado fuertes pueden angustiarles mucho, rechazan por ejemplo ropa o comida por tener un color concreto... incluso pueden llegar también a no responder cuando te diriges a ellos.
- Trastornos del comportamiento: esto quizás sí lo conozcáis aunque sea de oídas. Pueden manifestar auto o heteroagresividad como respuesta a la frustración o a cambios de rutina.
Es de igual forma interesante hablar de lo que se conoce como "regresión autística".
Es justo eso: al menos el 30% de los niños con autismo diagnosticado a una edad temprana, de pronto y aún no se sabe muy bien por qué, hace una regresión. Es decir, van "hacia atrás".
Pese a no estar muy claro aún el motivo de esta regresión autística, se barajan varias hipótesis como una crisis convulsiva, encefalitis, intoxicación... (3)
2) ¿Cuándo aparece? ¿Y en qué proporción?
El autismo aparece antes de los tres años (1), y es más frecuente en varones(4). Se ha visto también que la prevalencia ha aumentado, pero no está muy claro si es porque ahora se diagnostican más que antaño o por un aumento real; en los años 90 de hecho se llegó a hablar de una "epidemia de autismo" (5).
3) ¿Y las causas?
Lo primero que quiero decir en este apartado es que...
LAS VACUNAS NO CAUSAN AUTISMO
La culpa de esta falsa creencia la tuvo un indeseable señor (por no decir otra cosa), que escribió un artículo en 1998 donde se hablaba del tema. Lo más grande de todo es que llegó a ser publicado en "The Lancet"... y la revista obviamente se retractó luego. A este hombre se le llevó a juicio e incluso parece ser que había conflicto de intereses de por medio (6). En fin, que fue un escándalo y posteriormente motivo de vergüenza y de hacer examen de conciencia.
Desde ese día han surgido diversos artículos que refutan la creencia ABSURDA de que las vacunas causan autismo; el último del que yo tengo constancia es de marzo del año pasado (7). Pero nada, que no hay manera: existe aún gente empecinada en que sí, que las vacunas causan autismo.
A esos les lanzo una reflexión: Si eso fuera así, todos los que nos hemos vacunado siguiendo el calendario infantil y ya somos adultos seríamos autistas, ¿no? Digo yo.
Una vez cerrado este apasionado inciso, vuelvo a mi cauce natural. A ver... una etiología más que probable es, cómo no, la genética. Sin embargo también queda mucho por investigar y descubrir en este sentido. No podemos desdeñar tampoco la influencia del ambiente, que es directamente proporcional a la evolución del TEA: si el entorno es adecuado, estructurado, tranquilo y se recibe la información suficiente, el pronóstico será mucho mejor.
4) ¿Puede haber otros problemas (comorbilidad con otros trastornos)?
Lamento decir que sí... De hecho hay estudios que contemplan que las enfermedades comórbidas podrían acentuar la gravedad del TEA. Sobre todo pueden aparecer trastorno obsesivo-compulsivo -siglas TOC-, ansiedad que se canaliza mediante las auto o heteroagresiones, o trastornos alimentarios en general. No obstante tampoco es raro ver un niño que tenga al mismo tiempo TEA y TDAH (siglas de "trastorno por déficit de atención e hiperactividad")(8).
En otros estudios se mencionan también patologías asociadas como la epilepsia -bastante frecuente por cierto-, y discapacidad intelectual (9).
5) ¿Cuándo y cómo se diagnostica?
Los primero indicios de que algo va mal en el desarrollo del niño suelen aparecer antes de los tres años. De hecho se establece que el inicio es antes de los 30 meses de edad (2 años y medio), así que si a partir de ese momento detectamos que algo no va bien tenemos que ir al pediatra, el cual derivará al niño a Salud Mental para una valoración más específica.
Hay diferentes instrumentos para detectar y valorar el TEA. Uno de ellos es el M-CHAT -siglas de Modified Checklist for Autism
in Toddlers-, que se encarga de la detección precoz del trastorno. Se le pasa a los niños entre los 18 y 24 meses. Os dejo aquí el checklist modificado (9):
Hay más pero éste es el principal. Quiero mencionar también otros dos: el ADI-R y el ADOS-2, siglas de "Entrevista Diagnóstica de Autismo-Revisada" y "Autism Diagnostic Observation Schedule", respectivamente. Con la primera, que se le pasa a los padres, se sabe si su hijo tiene TEA u otro TGD. Con la segunda, que se le pasa al niño, se sabe si es autismo o no. En cuaquier caso son prubeas farragosas y largas.
6) ¿Tiene tratamiento? (10)
Sí, pero no. Me explico: No tiene porque el autismo es un trastorno que no se cura. Pero sí que se puede dar tratamiento para sus síntomas. Dicho tratamiento combina la farmacoterapia con otras intervenciones. Los fármacos son antidepresivos (ISRS), antipsicóticos o anticonvulsivos. Se usan como he dicho antes para mitigar la ansiedad, las estereotipias, la posible agresividad... Pero lo interesante es combinarlos con intervenciones psicoeducativas diversas: SAAC, TEACCH, Programa Hanen, modelo Lovaas, el modelo Denver, el deterapia de análisis de conducta aplicado (ABA)...
Y obviamente no podemos olvidar a los padres, ellos también necesitarán apoyo y herramientas que les ayuden para que ellos a su vez puedan ayudar a sus hijos.
Como veis, el trastorno del espectro autista es algo que se ha estudia mucho en los últimos años y por otro lado hay una gran variedad de asociaciones que aportan información adecuada y veraz.
Espero no haberos aburrido con el post... ¡un saludo, nos leemos pronto!
Nurse Lecter
Bibliografía consultada:
1)OMS. CIE-10: Décima revisión de la clasificación internacional de las enfermedades. Trastornos mentales y del comportamiento. Descripción clínicas y pautas para el diagnóstico. (1992) Madrid. Ed. Méditor.
4) González M.C., Vásquez M., Hernández Chávez M. Trastorno del espectro autista: Diagnóstico clínico y test ADOS. Rev Chil Pediatr 2019;90(5):485-491. Disponible en:
7): Hviid A, Hansen JV, Frisch M, et al. Measles, Mumps, Rubella Vaccination and Autism: A Nationwide Cohort Study. Ann Intern Med. 2019; 170: 513–520. Disponible en: https://annals.org/aim/article-abstract/2727726/measles-mumps-rubella-vaccination-autism-nationwide-cohort-study 8) Romero M., Aguilar J.M., Ángel RM, Fermín M., M., Peciña M., Barbancho MA., Ruiz-Veguilla M., Lara, JP. Comorbilidades psiquiátricas en los trastornos del espectro autista: estudio comparativo entre los criterios DSM-IV-TR y DSM-5. International Journal of Clinical and Health Psychology. 2016;16(3):266-275. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/337/33747008006.pdf
9)Ruiz-Lázaro P.M., Posada de la Paz M., Hijano Bandera F.. Trastornos del espectro autista: Detección precoz, herramientas de cribado. Rev Pediatr Aten Primaria. 2009; 11(17):381-397. Disponible en: http://scielo.isciii.es/pdf/pap/v11s17/8_espectro_autista.pdf
10) Arróniz Pérez M.L., Bencomo Pérez R. Alternativas de tratamiento en los trastornos del espectro autista: una revisión bibliográfica entre 2000 y 2016. Revista de Psicología Clínica con Niños y Adolescentes 2018 5(1): 23-31. Disponible en: http://www.revistapcna.com/sites/default/files/3_1.pdf
Me he propuesto retomar poco a poco el blog, darle vida otra vez y acercarlo tanto a gente familiarizada con la salud mental como no familiarizada.
Y quiero hacerlo de una manera que sabéis que me encanta y que bajo mi punto de vista es más cercana, más "amable" por decirlo de alguna forma... Así se facilitan las cosas.
Os presento en este post un libro y una serie -más conocida la segunda que el primero-: "La maldición de Hill House". Da igual que la hayas visto o no, seguro que sabes de qué estoy hablando.
Primero quiero hablar del libro.
Es una novela de terror sobrenatural (por catalogarla en algún subgénero) escrita por la norteamericana Shirley Jackson y publicada en 1959.
Yo no sabía que existía tal novela hasta que llegó a mis oídos la serie. Parece ser incluso que en Estados Unidos fue finalista del Premio Nacional del Libro, ha sido un referente para Stephen King y se considera una obra vertebral de la literatura de fantasmas del siglo pasado.
Con ustedes, la señora Jackson.
El argumento de la novela es, a priori, muy "manido": el doctor Montague quiere investigar posibles fenómenos paranormales en una casa llamada Hill House, y para ello recurre a la ayuda de tres personas: las señoritas Theodora (no tiene apellido) o Theo, Eleanor (Nell) Vance, y el sobrino de la actual propietaria de la mansión, Luke Sanderson. Los invita a pasar allí unos días y a documentar todo lo que vean, oigan, experimenten... y hasta aquí puedo leer sin spoilers. Ahora sí vienen un par, por lo que...
¡OJO SPOILERS!
El intríngulis que tiene esta obra es que se llega a un punto en el que no está muy claro qué es real y qué no. Dejemos por un momento los fantasmas aparte y centrémonos en lo objetivo: en lo que sucede con los vivos.
La historia está narrada en tercera persona, pero el peso de la misma recae en Eleanor. Y eso nos permite tanto saber lo que dice, ve y hace como lo que piensa. Es muy significativo que en muchas ocasiones piense una cosa y al final diga otra, aunque no fuera eso lo que pretendía expresar. Su mente en muchos momentos no tiene nada que ver con su boca o sus manos; es como si estuvieran descoordinadas. De igual forma hay conversaciones que mantiene con otras personas en la casa, y al cabo del rato ve a su interlocutor actuando como si no hubiera hablado con ella hace pocos minutos. Como si ella se lo hubiese imaginado.
En otro pasaje Theo y Nell oyen a alguien -o algo-, golpeando las puertas del pasillo donde están los dormitorios. Casi al final del libro sucede lo mismo... con la diferencia de que es Nell la que golpea las puertas en plena noche.
Como bien sabéis, a mí me encanta desmenuzar este tipo de características en cualquier personaje que caiga en mis manos en forma de serie, libro, anécdota o película.
En el caso de Eleanor pensé ciegamente que padece esquizofrenia paranoide sin diagnosticar. Está firmemente convencida de que Hill House actúa como un ente vivo que interacciona con sus inquilinos y que la propia casa quiere que Nell se quede con ella; que forme parte de la mansión. Me parece en este caso que estamos ante un delirio de persecución (1).
Además está desorganizada (me remito a la "desconexión" entre su mente y su cuerpo), y no descarto alucinaciones (1). ¿Por qué? Porque si bien tanto la propia Eleanor como Theodora escuchan los golpes en el episodio que he comentado antes, luego Theo actúa como si hubiera oído un ruido habitual en la noche: la madera asentándose, el aire colándose por una ventana abierta... algo no paranormal, en definitiva.
¿Cabe dentro de lo posible que la mente de Nell metiera a Theo en la clínica psicótica?
Pero hay más: tampoco he descartado algún tipo de trastorno disociativo no especificado. He llegado a pensar que Eleanor se despersonaliza en algunos momentos; como cuando habla con el doctor Montague, con Luke o con Theodora y luego ellos no parecen haber charlado con ella. De hecho le preguntan varias veces a lo largo de la novela si está bien.
A todo esto se le suma una personalidad muy dependiente; me impresiona que Nell necesita aprobación y refuerzo positivo continuos. Además no está contenta con su vida anterior -fue cuidadora de su madre enferma durante once años, aparcando su vida para dedicarse por completo a su progenitora-.
En fin, hay un caldo de cultivo de problemas de salud mental, como veis.
Aquí ya se ACABAN LOS SPOILERS DE LA OBRA. ¡Podéis seguir leyendo sin problemas si os interesa!
En general y pese a todo lo expuesto, el libro no me ha gustado demasiado. Me esperaba otra cosa totalmente distinta. Más fantasmas, más morirme de miedo y menos base real. ¡Pero nunca llueve a gusto de todos!
Sí que le reconozco a la novela lo bien que se ha plasmado el estado mental de Eleanor: acelerado, delirante, agobiado, preocupado, desorganizado. Tanto su personalidad como la de Theodora están bien delimitadas y en ese aspecto las tienes bien clasificadas enseguida.
Además las descripciones de la propia Hill House son muy detalladas y no cuesta nada imaginarte una casa laberíntica... ni lo que puedas encontrarte al doblar una esquina o abrir la puerta de una habitación. Eso siempre es de agradecer.
* * *
Ahora pasamos a la serie. Se estrenó en otoño de 2018 en Netflix, y consta de 10 capítulos que oscilan entre los 50 y 70 minutos de duración, más o menos. Os dejo aquí el tráiler.
La serie intercala las vivencias de los 5 hermanos Crain en su adultez actual y durante su infancia en Hill House. Una casa que, como supondréis, tiene mucha actividad fantasmal. El nexo que une ambas etapas es la muerte de un miembro de la familia -lo que otorga una oportunidad muy interesante para reflexionar y hablar del duelo, de las despedidas, del perdón e incluso del arrepentimiento y la sinceridad, pero la entrada se haría más larga aún de lo que ya es-.
Sí que me gustaría hablar de nuevo sobre Nell.
La chica va al psiquiatra por una serie de circunstancias a las que hay que añadirle que padece lo que en un principio puede considerarse parálisis del sueño; se explica y ve muy bien en el quinto capítulo.
La parálisis del sueño según se recoge en la Clasificación Internacional de los Trastornos del Sueño es una parasomnia de la fase REM, en la cual la persona se despierta pero su cuerpo no responde: le es imposible mover un solo músculo a excepción de los de los ojos y los de la respiración. También es reseñable que pueden aparecer incluso alucinaciones hipnopómpicas (propias de cuando te estás despertando), que son muy vívidas y terroríficas. Así quien sufre parálisis del sueño se agobia mucho, se siente vulnerable y por ello puede experimentar incluso un ataque de ansiedad (2).
La parálisis del sueño se asocia al jet lag puntualmente, a malos hábitos de sueño o rutinas de sueño cambiadas, ciclo sueño-vigilia alterado, estrés, cansancio, privación de sueño... y se ha estudiado incluso la influencia que tiene el dormir bocarriba. Puede haber episodios aislados, que se den sólo una vez en la vida, y no pasa nada ni es algo de lo que preocuparse (2).
Podemos entonces imaginar mejor la angustia que tiene Nell algunas noches: se despierta de pronto, su cabeza está lista y funcionando al 100% y quiere moverse, levantarse... pero es incapaz. No puede por mucho que se lo ordene a sus músculos. Y lo que es peor: ve a alguien cerca de su cama que se dedica a mirarla fijamente y a chillar.
El tratamiento de la parálisis del sueño es fundamentalmente la higiene del sueño (3): horario fijo para acostarse y levantarse, no permanecer en la cama si se tiene insomnio, rutinas relajantes antes de dormir, nada de excitantes o ejercicio físico intenso, temperatura de la habitación adecuada... También se ha comprobado que los fármacos ISRS como citalopram, escitalopram, paroxetina, sertralina...(3) pueden ir bien.
Dejo una escena en la que se aprecia mejor este trastorno.
Desde ahora hasta que no leáis lo contrario, hay variosspoilers (y en el caso concreto del vídeo, a partir del 1:03).
Retomando a Nell, tampoco es descabellado pensar que podría padecer esquizofrenia también en la serie.
El capítulo que la tiene como protagonista es muy claro en ese sentido, sobre todo en sus escenas finales: va a Hill House y entra en la casa. Es increíble porque además la diferencia entre su imaginación (o lo que le provocan los fantasmas de la casa, ¿quién sabe?) y lo que ve el espectador -y se supone que es lo real- está presente: se alternan escenas entre una situación y la otra. Asimismo hay una escena en la que se deshace de su medicación tirándola al váter. No sé qué tipo de fármacos son porque no llego a saber su nombre, pero podríamos pensar que son antipsicóticos o antidepresivos.
Hay otro personaje con problemas de salud mental. En este caso Luke, que tiene un problema de drogadicción y está deshabituándose.
De igual forma y a medio camino entre el duelo patológico y los espíritus tenemos a Hugh Crain, el padre de los hermanos Crain. Viudo desde hace años, admite que ve a su mujer fallecida y habla con ella... ¿fantasma o alucinosis (alucinación que la persona reconoce como tal y por tanto sabe que no es real)? Del espectador depende.
Y por supuesto no faltan dos cosas:
1) El escepticismo de la mano de Steven Crain, el hermano mayor.
Él está convencido de que la locura corre por sus genes: insiste en que su madre y su hermana se suicidaron, en que su hermano está enganchado a la droga -aunque esto es evidente- y que las dos hermanas restantes tienen ciertos rasgos de personalidad muy marcados, rayanos casi en el trastorno; cosa con la que yo no estoy de acuerdo, pero ése es otro tema.
2) La locura como justificación de los actos de los dueños originales de la casa, muchos años atrás... y como iniciadora de la maldición de Hill House en sí, perpetuándose en los sucesivos poseedores de la mansión.
Que se use la mala salud mental de una persona con este pretexto no es algo que me guste: así se tiende a la estigmatización. No obstante también puedo comprender que esta premisa en el terror funciona muy bien como "activador", aunque no comparto esta concepción.
Aquí ya acaban los spoilers de la serie, podéis seguir leyendo tranquilamente.
En lo tocante a dicha producción y de forma excepcional, me gusta mucho más ésta que el libro-a pesar del capítulo final, que empezó prometiendo mucho y al final me decepcionó una barbaridad-. Esto suele pasarme al revés: las novelas siempre me gustan más.
Si hablamos de la Hill House "televisiva", como he dicho antes el argumento es muy diferente: aquí no se exploran fenómenos paranormales sino que se experimentan en la infancia se y evocan sus consecuencias en la actualidad. Las relaciones familiares están muy patentes -por ejemplo Theo, Luke y Eleanor son hermanos; y para más inri los dos últimos son mellizos-, hay para mí mucha más sensación de angustia y desazón, la famosa Habitación Roja en el libro no está, tiene también guiños más que evidentes a Shirley Jackson...
Y lo que más me gusta y que en el libro ni siquiera se deja caer: hay fantasmas EN TODAS PARTES. En cualquier segundo plano, disimulados debajo de una mesa, en el reflejo de un cristal, al fondo de una habitación... Siempre acechando.
No exagero si digo que esto es de las cosas que más me gustan de la serie: se cuidan los detalles y siempre es un reto intentar localizarlos.
En definitiva, tenéis diversas opciones donde elegir; creo que tanto una como la otra si os gusta el terror con un toque "mentalero" os pueden complacer.
A nivel de salud mental creo que tanto la novela como la serie son muy explícitas. Se puede ver la psicopatología del personaje del que tanto he hablado en este post. Y si en cambio os convence más la temática fantasmagórica, podéis ver la serie justo como eso: como una historia de fantasmas sin más.
Tampoco podemos perder de vista la óptica trascendental y filosófica del asunto: en lo que respecta a la serie, estamos ante un compendio de reflexiones no sólo relativas al duelo y todo lo que acarrea, sino también sobre lo que significan para nosotros nuestros fantasmas particulares, los que no nos dejan dormir y sobre los que reflexionamos con frecuencia.
Espero que os haya gustado el post, ¡nos leemos de nuevo muy pronto!
Nurse Lecter
Bibliografía consultada: 1) American PsychiatricAssociation (APA): Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM). 5ª edición. EEUU: APA, 2013 2) American Academy of Sleep Medicine. The International Classification of Sleep Disorders, Revised. Diagnostic and Coding Manual. 2001. pag 166. Disponible en: https://web.archive.org/web/20060925132444/http://www.absm.org/PDF/ICSD.pdf 3) Carrillo-Mora P, Barajas-Martínez K.G., Sánchez-Vázquez I., Rangel-Caballero M.F. .Trastornos del sueño: ¿qué son y cuáles son sus consecuencias?. Rev. Fac. Med. (Méx.) 2018. 61(1): 6-20. Disponible en:http://www.scielo.org.mx/pdf/facmed/v61n1/2448-4865-facmed-61-01-6.pdf
Buenos días a todos. He vuelto de nuevo a la carga con mis posts (y su tono) habituales. ¡Hoy toca libro!
Autores: Vicente Simón, con la colaboración de Christopher Germer.
Título: "Aprender a practicar mindfulness".
Editorial: Sello Editorial.
Edición: 14ª (2016). ISBN: 978-84-15132-04-2 La decimocuarta edición es la que yo me compré hace cuatro años, pero seguro que hay ediciones más recientes.
En la contraportada del libro se especifica que Vicente Simón es catedrático de psicobiología y psiquiatra. Por su parte, Christopher Germer es psicólogo clínico y da clases de esta ciencia en Harvard... ¡ahí es nada!
Los que sepáis de la existencia del mindfulness y en qué consiste quizás tengáis curiosidad por la obra. Y los que no sepáis qué es os lo estaréis preguntando, supongo. Así que creo que lo primero es explicar de qué va la historia.
Ya en el primer capítulo de "Aprender a practicar mindfulness" lo definen. Es una palabra inglesa que no tiene traducción literal al español, pero puede entenderse como "atención plena" o "conciencia plena". Hay varias formas de explicar lo que es, pero yo me quedo con dos de las que se recogen en estas páginas.
La primera es de Jon Kabat-Zinn -que fue el que lo "descubrió" a finales de los 70, por así decirlo: el mindfulness existe y es practicado desde hace mucho tiempo en la India como forma de meditación (1)-. Para él, "mindfulness" significa:
"Prestar atención de una manera especial: intencionadamente, en el momento presente y sin juzgar".
Otra definición interesante y sencilla es la que aporta Guy Armstrong. Sostiene que el mindfulness es:
"Saber lo que estás experimentando mientras lo estás experimentando".
Así que la idea general y llevada a la vida práctica es hacer cosas (leer, escribir, pasear, relajarte, ¡incluso comer o ducharte!) fijándote en que lo estás haciendo; que no pongas el piloto automático, tengas los cinco sentidos y la mente puestos en la tarea... y seas objetivo.
En principio así leído parece fácil. Pero no, no lo es ¡jajaja!
Al principio, cuando empiezas a hacer algo con atención plena te acabas despistando y pensando en otras cosas, te distraes con cualquier circunstancia -como un ruido-, o calificas la situación ("qué aburrido", "está entretenido esto", etc.). La buena noticia es que con la práctica estos despistes y esta subjetividad se tienen cada vez menos.
También escribí un post sobre el mindfulness, aunque tiene ya unos añitos. Por si os interesa leerlo, lo enlazo aquí.
Hasta aquí la noción básica. Ahora, vamos al texto.
El libro consta de 7 capítulos que abarcan distintos aspectos. Son, a saber:
Qué entendemos por mindfulness.
La instrucción fundamental y sus consecuencias.
La actitud apropiada.
Las emociones.
Compasión y autocompasión.
La presencia.
Recomendaciones finales.
Consta también de referencias bibliográficas, índices y links para ampliar información relativa al mindfulness.
Dentro de cada capítulo hay varios subapartados, definiciones e incluso dibujos y esquemas a veces. Y lo que más me gusta de todo: al final de cada uno hay una autoevaluación que te permite ver si has entendido los conceptos básicos del capítulo... y ejercicios para practicar mindfulness con dos versiones, larga y corta.
El libro está pensado para que lo lean tanto personas familiarizadas con el tema como legas (aunque quizás lo podrán entender un poco mejor los del primer grupo... no lo sé realmente porque yo me lo compré cuando estaba acabando la residencia y todo me sonaba bastante).
En lo tocante a mi opinión personal, puedo deciros que en general los capítulos están muy "desmenuzados", en el sentido de que se encuentra todo muy bien detallado, delimitado y claro. Y sin duda lo de tener ejercicios para poder practicar es un puntazo.
Por supuesto puede leerse como un libro de lectura normal, como cualquier otra novela. Sin embargo yo lo leí (y releo) desde el punto de vista profesional, ya que mi idea es usarlo con determinado tipo de pacientes: tomo notas, pongo post-its, profundizo más en conceptos que quizás no he comprendido... No llego al nivel de estudiarme el texto, pero sí es cierto que mi lectura es más analítica que "ociosa".
De igual forma admito que no he sido capaz de pasarme dos horas leyéndolo sino que lo hago a ratos, para poder procesar la información mejor. Si se pretende leerlo de una forma continuada puede hacerse muy denso, bajo mi punto de vista.
En resumidas cuentas, "Aprender a practicar mindfulness" es un texto recomendable tanto para personas que quieran adentrarse en este tipo de meditación como para gente que ya controle un poco más y quiera ampliar, más que conocer por primera vez. Aunque me parece que lo disfrutará más este segundo grupo. Incluso puede servir para la faceta profesional, como me sucede a mí.
Los ejercicios finales del libro están muy bien y suponen un primer paso para seguir buscando más y así aumentar las opciones en cuanto a la práctica del mindfulness. Hay ejercicios para todos los gustos, y abordan unos sectores u otros. Por ejemplo, existen relacionados con la respiración, con los sentidos, con el cuerpo en general...
Espero que esta reseña os sea útil y os animéis a conocer esta disciplina, puesto que puede venir bien en varios ámbitos de la vida.
¡Un saludo!
Nurse Lecter
Bibliografía consultada:
1)Liétor Villajos, N.; Fortis Ballesteros, M.; Moraleda Barba, S.: "Mindfulness en medicina". Med fam Andal, 2013; 14, (2): 166-179. Disponible en: