domingo, 15 de septiembre de 2019

Saturday night fever

¡Hola!

Madre mía, llevo sin aparecer por aquí desde enero, ¡perdonadme! Como siempre, mucho lío porque no puedo ni sé estarme quieta: trabajo, oposiciones, máster acabado, cursos... un poco de todo, para no aburrirme.


En este post trato un potencial efecto adverso de los psicofármacos: el síndrome neuroléptico maligno (SNM de aquí en adelante). Es una de las reacciones adversas más peligrosas conocidas, requiriendo incluso el ingreso en UCI y alcanzado una mortalidad del 10 al 20% incluso. (1).
Fue descrito por primera vez en 1960. Actualmente tiene una incidencia mundial del 0'2 al 2'4% en las personas que toman antipsicóticos (2), y es más frecuente en sujetos que ya han tenido un episodio de SNM previo -siendo las recidivas hasta de un 30%-, y que toman antipsicóticos típicos. Éstos los primeros que salieron al mercado: flufenazina, clorpromazina, pimozida, loxapina, haloperidol, zuclopentixol...

Se debe al uso de antipsicóticos o a una retirada brusca de medicamentos dopaminérgicos, y sus dos principales signos son (3):
- Hipertermia (asociada a diaforesis). Esta hipertermia mayor de 38 ºC debe aparecer al menos dos ocasiones diferentes, y hace acto de presencia en otros casos de efectos secundarios o neurológicos.
- Rigidez cérea o "en tubo de plomo" que no responde a antiparkinsonianos.

Los otros síntomas son algo más generales y parecidos a los efectos secundarios habituales de este grupo de psicolépticos: distonías, obnubilación, discinesias, sialorrea... y variaciones de la frecuencia cardíaca y la tensión arterial. (3)
De igual manera en la analítica hay algunos hallazgos interesantes y que inclinan a pensar en un SNM (4). Los más importantes son aumento de las creatinkinasas -lo que indica rabdomiólisis y tienen valor pronóstico-, y leucocitosis. Otras alteraciones que pueden estar presentes son hipocalcemia, hipomagnesemia y acidosis metabólica.
Es importante mencionar en este punto los criterios de Levenson para su diagnóstico, los cuales se dividen en mayores y menores. Para diagnosticar un SNM es necesario que o bien estén presentes los tres mayores, o bien dos mayores y cuatro menores (5).
a) Los mayores son los signos principales anteriormente mencionados y el aumento de las CPK.
b) Los menores son diaforesis, leucocitosis, taquicardia y taquipnea, variaciones de la tensión arterial, alteración de la conciencia...

Este síndrome suele aparecer a las 48-72 horas normalmente, aunque puede ocurrir en cualquier momento, incluso tras años de tratamiento (4).

En lo tocante a factores de riesgo, algunos de ellos son el haber tenido episodios previos, tomar antipsicóticos, agitación psicomotriz, enfermedad orgánica cerebral... También es más frecuente en hombres (6). Otros estudios mencionan el uso de litio, aumento rápido de dosis, combinación de varios antpsicóticos, deshidratación, déficit de hierro, intervenciones quirúrgicas, catatonía, trastornos afectivos, alcoholismo... (1)
Asimismo hay que tener en cuenta el diagnóstico diferencial con -por ejemplo-, hipertermia maligna, consumo de tóxicos, enfermedades del sistema nervioso central, desequilibrios hidroelectrolíticos... Lo podéis ver mejor en la siguiente tabla (6):


Una vez que sabemos qué es un SNM, por qué se produce y sus factores de riesgo centrémonos en los importante: ¿cómo se trata?
Lo primero es mandar al paciente a UCI para un mayor control. Lo segundo es la suspensión del fármaco, lo cual es algo obvio, ¿no? Además se han de proporcionar medidas de soporte como sueroterapia, soporte ventilatorio si se precisa, asegurar la nutrición y la reposición y mantenimiento de hidroelectrolitos. Para un síndrome neuroléptico maligno está indicado el uso de terapia electroconvulsiva o TEC, con buenos resultados (6)
De igual forma algunos estudios recomiendan el dantroleno como fármaco principal para manejar el SNM (7).


Hasta aquí lo más básico del síndrome neuroléptico maligno.

A pesar de que este post puede dar un poco de miedo, ya véir que la incidencia es a nivel mundial. Yo no he visto ni oído hablar nunca de ninguno en mi entorno laboral y eso que he trabajado en varios lugares, entre ellos plantas de hospitalización. No se trata de no tenerle miedo, para nada. Pero tampoco podemos obviarlo.

Espero que esta entrada os haya sido útil, y de nuevo perdonad la tardanza en actualizar. ¡Espero que volvamos a leernos pronto!


Nurse Lecter



Bibliografía consultada:
(1) González Blanco L., García Prada H., Santamarina S., Jiménez Treviño L., Bobes J. Recidiva de un síndrome neuroléptico maligno. Actas Esp Psiquiatr 2013;41(5):314-318. Disponible en: Actas Esp Psiquiatr 2013;41(5):314-8
(2) Alonso Marín J., Castañeda Arango C., Palomino Camargo L., Pérez Agudelo J.J., Castro Álvarez J.F. Síndrome neuroléptico maligno asociado a la administración del haloperidol. Caso clínico.  Rev. Toxicol (2018) 35: 7-10. Disponible en: http://rev.aetox.es/wp/wp-content/uploads/2018/10/Revista-de-Toxicologia-35.1-11-14.pdf
(3) American Psychiatric Association (APA): Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM). 5ª edición. EEUU: APA, 2013
(4) Vargas A., Gómez-Restrepo C. Síndrome neuroléptico maligno. Rev. Colomb. Psiquiat. 2007. 36 (1): 101-125. Disponible en:  http://www.scielo.org.co/pdf/rcp/v36s1/v36s1a10.pdf
(5) Meregildo E R.D. Síndrome neuroléptico maligno por risperidona. REV Exp Med 2016;2(2): 73-75.
(6) Escobar Córdoba F., Polanía-Dussán I.G., Toro-Herrera S.M. Tratamiento del síndrome neuroléptico maligno. Salud Uninorte, 2011; 27(2): 247-258. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/817/81722541009.pdf
(7) Ramírez S.F. Bello Davila L., Hernández J.F., Marín Muñoz J., Castillo G., Vargas J.D., Roa L., Moreno J. Síndrome neuroléptico maligno con mielinolisis central pontina. Acta Neurol Colomb. 2018; 34(4): 245-249. Disponible en: http://www.scielo.org.co/pdf/anco/v34n4/0120-8748-anco-34-04-245.pdf

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