¡Hola a todos los que me leéis!
Como sabéis, esta semana los residentes comenzamos una nueva etapa tras haber firmado el contrato entre el martes y el miércoles pasado.
Es una sensación rara (para bien, claro está) ésa de estampar tu firma en un papel así. Parece mentira que gestos tan simples como ése, o como darle al botón "Intro" lleven detrás un año de trabajo intenso, de días buenos y malos, en los que, quisieras o no, tenías que dar el cien por cien.
Y este post es para recordaros a todos los que os examinaréis el año que viene que se puede. Que si le ponéis ganas, mucha ilusión y decisión, en doce meses estaréis como yo ahora -y a los que seáis mis "r minúscula" os diré: «¿Veis como sí es posible?»-.
Sí, sé que estoy muy pesada con el tema, pero es que es así. De verdad.
No creáis que yo tengo 20 matrículas de honor en la carrera y un expediente de 9'5 de media. Nada más lejos de la realidad, no soy un cerebrito. Soy una chica normal y corriente que durante los 4 años de carrera ha ido a sus fiestas con los compañeros y ha vivido alguna que otra juerga épica. Que ha sufrido con los exámenes finales y con los interminables trabajos en ordenador. Que se ha chupado más turnos de noche que días tiene el año... y que nunca ha querido trabajar en otra cosa que no fuera Enfermería.
Y con el EIR exactamente lo mismo. He salido a cenar y a tomar el aire un poco casi todos los sábados, porque desconectar es muy necesario (patrón "sueño-descanso" de nuestra querida M. Gordon). Eso sí, de 21 a 1 de la mañana. A las ocho dejaba de estudiar para ducharme y arreglarme, y a la una y cuarto ya estaba en la cama. Y del domingo al sábado siguiente a estudiar. Sólo salía de mi casa para ir a la academia.
A mí a veces se me hacía muy cuesta arriba -como a todos-, porque yo soy de memorizar más que de entender; perdía mucho tiempo mientras que otras compañeras lo pillaban enseguida. Eso era una cosa que me frustraba muchísimo.
Y al final aquí estoy, con un contrato de trabajo en régimen de residencia, contándoos que es posible, que si queréis podéis... y que a veces será difícil y tendréis ganas de mandarlo todo a freír morcillas, pero es totalmente normal. De hecho es hasta bueno que a veces peguéis dos gritos y tiréis los apuntes por los aires. A los 5 minutos estaréis relajadísimos. Lo sé por experiencia propia, ¡jajaja! Con las mismas recogéis los papeles (procurad tirar pocos y que no sean muy importantes) y seguís, pero en la gloria bendita y con el excedente de adrenalina eliminado.
Y si el problema es en parte la motivación, recordad por qué estudiáis. Cada uno tendrá sus razones:
-Porque ser enfermero especialista es una de mis aspiraciones.
-Para poder cuidar con mejor calidad.
-Porque ser especialista en Enfermería *insertad especialidad* es mi gran sueño.
-Porque la especialidad puede ayudarme mucho en mi futuro profesional.
-Porque quiero mejorar mi situación actual.
-Porque de todas las opciones que sopeso es la mejor en vista de cómo está la cosa ahora.
-Porque de todas las opciones que sopeso es la mejor en vista de cómo está la cosa ahora.
-...
Hay tantos motivos como opositores, y todos son igual de válidos. Cuando os desmotivéis, pensad por qué os estáis esforzando tanto. Y haced el ejercicio de veros en el Ministerio el día de la elección de plazas. Ayuda, y mucho. Da un chute de ánimo que dura 3 días, ¡jajaja!
Creedme, si os lo proponéis de verdad lograréis cualquier cosa. Sois capaces de ser unos muy buenos enfermeros, ¿por qué no ibais a ser capaces de ser unos muy buenos enfermeros especialistas?
Espero haber levantado un poco los ánimos de los que leáis este post.
¡Intentaré actualizar pronto!
Nurse Lecter
P.D.: Hay una cosa que quiero aclarar del botón "Intro", no vaya a ser que os desilusionéis. Al elegir plaza no se le da al "Intro" grande, sino al pequeño. Sí, el que hay en el lado derecho junto con los números... ¡no sabéis la decepción tan inmensa que me llevé! Ya que elegir plaza es algo grande, qué menos que un "Intro" a medida, ¿no? ¡No digáis que no os he avisado!